viernes, 27 de mayo de 2011

Anomalía

El piloto de Hiroshima. Más allá de los límites de la conciencia (Paidós, 2003) recoge la correspondencia entre Günther Anders, impulsor del movimiento internacional antinuclear, y Claude Eatherley, que participó en el bombardeo de Hiroshima, y que vivió atormentado desde entonces por el sentimiento de culpabilidad. De acuerdo con las palabras de Günther Anders, Claude Eatherley dejó de ser un hombre corriente cuando, “en vez de seguir las consignas que dictan los medios de comunicación de masas”, y en un mundo que logra anestesiar a millones de personas convenciéndolas de que los efectos que acarrean sus actos no les incumben, se responsabilizó de las consecuencias del bombardeo atómico en el que había participado. “Solo los anormales”, escribe Günther Anders, “no se comportan de forma anómala en situaciones que no son normales. [...] Los verdaderamente anormales son los que no reaccionan de modo anómalo ante unos hechos tan monstruosos”. La normalidad es un comodín ideológico que contribuye a insensibilizar la mirada del que afronta la realidad, y a descargar del peso que entraña el sentido de la responsabilidad, toda vez que mueve a interpretar como ley, norma o situación de iure algo que no es sino situación de facto. Aceptar como normalidad la situación de un mundo desgarrado, en el que las consecuencias, directas o indirectas, de nuestros actos no carecen de importancia, pone de manifiesto un grado  de insensibilidad incompatible con el ejercicio de la responsabilidad. Por lo demás, donde la normalidad consiste en vivir anestesiados, la responsabilidad constituye una anomalía.

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